En una comunidad marcada por la globalización, el consumo, los medios de comunicación, el aumento exponencial de información, el uso cada vez mayor de las redes sociales, el intercambio económico y comercial, y el flujo de bienes y servicios, las capacidades y habilidades de los individuos para el manejo adecuado de situaciones financieras se convierte en una urgente necesidad en nuestra sociedad. En especial si lo que queremos es que nuestros hijos sean prósperos y exitosos.

El aprendizaje desde niños es más enriquecedor cuando es constante. Esto es lo que ocurre con la Educación Financiera, un concepto que abarca diferentes aspectos de la vida y que si es enseñado desde temprana edad, preparará a los más pequeños para tomar mejores decisiones en el futuro.

La educación financiera es una habilidad básica para participar en la sociedad moderna, las personas que no conocen ni entienden el funcionamiento de los diferentes productos y servicios financieros y son propensos a incurrir en costos excesivos e innecesarios; por el contrario, aquellas personas educadas financieramente encuentran en la banca un aliado para concretar sus sueños: Capacitarse, comprar casa, crear empresa o simplemente para realizar transacciones diariamente de una manera más eficiente y segura.

Esta educación debe empezar desde temprana edad y es donde se empiezan a cultivar las formas de pensamientos que determinarán en gran medida el relacionamiento de las personas con su entorno, es por ello que se recomienda empezar a inculcar los buenos hábitos financieros desde el mismo momento en que el niño comprende que toda acción tiene una consecuencia. No se necesita de métodos avanzados para lograrlo, pequeños pasos como premiar el uso responsable de la mesada, o el dinero de las onces, son suficientes para inculcar que la prosperidad financiera no es un asunto de suerte, sino de buenas decisiones.

La Educación Financiera en los colegios

Varios organismos internacionales como la La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han recomendado enseñar Educación Financiera en los colegios como parte del currículo, tomando en consideración el tiempo que requiere generar hábitos responsables y duraderos en las personas. 

Aunque hoy el 70% de los diez países con mayores puntajes en conocimientos financieros según PISA 2012 han integrado la educación financiera en sus programas escolares o universitarios, existen barreras que dificultan su masificación como la falta de apoyo político, de recursos, de organización del plan de estudios, de liderazgo en la articulación entre entes públicos y privados o simplemente la falta de experticia en el tema.

A nivel global diferentes encuestas nacionales muestran que los adultos jóvenes (en la edad de transición entre el colegio y la universidad) tienen niveles bajos de educación financiera, esto se traduce en la incapacidad para elegir los productos financieros adecuados y, a menudo una falta de interés en su planeación financiera. En Estados Unidos por ejemplo, seis encuestas aplicadas entre 1997 y 2008 por la Jump$tart Coalition for Personal Financial Literacy, para evaluar los conocimientos financieros de estudiantes en el último grado de preparatoria, encontraron consistentemente bajos niveles de educación financiera.

Algunas cifras presentadas por LA OCDE, así lo demuestran:

  • En Dinamarca el 73% de los jóvenes afirman tener muy poco conocimiento o, incluso, ninguno sobre los tipos de interés.
  • En el Reino Unido el 96% de los adolescentes dicen que se preocupan solo por tener dinero diariamente.

Tener un buen nivel de educación financiera es fundamental para que nuestros hijos puedan  tomar decisiones informadas y poder acceder a mejores oportunidades.

“La educación financiera puede ayudar a los niños a comprender el valor del dinero y enseñarles a presupuestar y a ahorrar. Asimismo, puede dar a los estudiantes y a los jóvenes en general una preparación importante para vivir de manera independiente, por ejemplo, a la hora de gestionar y devolver préstamos para estudios, y también puede ayudar a los adultos a planificar acontecimientos importantes, como la compra de una vivienda o la decisión de ser padres. Además, puede ayudar a los ciudadanos a hacer las provisiones necesarias para hacer frente a situaciones imprevistas, a invertir juiciosamente y a ahorrar para la jubilación. Por otra parte, puede ayudar a evitar que sean víctimas de fraude al hacer sus pagos. Los que comprenden los problemas financieros eligen los servicios financieros que mejor se adaptan a sus necesidades particulares y están más predispuestos a hacer caso de los avisos de riesgos emitidos por las autoridades reguladoras. También es menos probable que adquieran productos que no necesitan, queden vinculados por productos que no comprenden o asuman riesgos que podrían crearles dificultades financieras.”

 Comisión Europea, Financial Education  (COM(2007) 808 final, 2007)